Las almas gemelas representan un fuerte lazo entre dos que han existido a lo largo de muchas encarnaciones, uno ayuda al otro a aprender las lecciones que necesita en esta vida.
Las almas gemelas incluyen relaciones no románticas que son unidas para trabajar en una tarea específica. Es común imaginar que las almas gemelas solo se unen para realizar un amor romántico, sin embargo, la variedad de tareas son ilimitadas. Podría ser pagar una deuda kármica o trabajar en un proyecto desafiante que ambos consideren importante. La relación puede durar sólo el tiempo necesario para terminar la tarea, pero el lazo de amor será evidente para otros, incluso si no es reconocido por los involucrados.
Las Almas Gemelas se buscan y se atraen a lo largo del tiempo y de las reencarnaciones hasta encontrarse, al llegar ambas a un nivel de conciencia elevado, para formar otra vez una unidad armoniosa.
En cada una de esas almas queda guardada toda la memoria del tiempo en que eran una sola y esto es lo que les permite reconocerse en el momento determinado.
Los encuentros siempre se crean, siempre logramos tener contacto con nuestra Alma Gemela, puede ser de manera efímera, puede ser de manera duradera, puede ser que seamos conscientes, puede ser que no la reconozcamos, puede acompañarnos toda la vida sin que nos demos cuenta de su presencia.
El encuentro CONSCIENTE de las Almas Gemelas se produce cuando ambas han alcanzado el nivel en que pueden valerse por sí mismas en soledad, cuando no necesitan de muletas y pueden ofrecerse libres, sin quiebres y COMPLETAS.
Se vuelve algo complejo el entendimiento del concepto de las almas gemelas a los ojos de nuestra mente lógica. Entender este concepto que está relacionado con la multiplicidad de existencias que tiene el alma se vuelve un pensamiento contrastante ante la idea de la existencia del ser humano en una sola vida y ante dos conceptos muy fuertes que son el de la «vida» y la «muerte» material y corporal.
Un alma gemela puede significar muchas cosas, creo que el concepto más importante es el de compartir con otra sustancia álmica muchos caminos en diferentes vidas. Si lleváramos este concepto a lo cotidiano, podríamos compararlo con «el mejor o la mejor amiga/o» que nos acompaña en muchas existencias. Con el alma gemela experimentamos penas, alegrías, triunfos, desesperaciones, amor, perdón pero lo más importante el gran crecimiento que se obtiene en el proceso de la evolución de cada una de las almas.
El estar con el alma gemela tiene muchas maneras de identificarse. Una de ellas es sentir que tenemos un vínculo importante y que desde el primer momento sabemos o sentimos que la conocemos desde siempre, de toda (todas) la vida.
El alma gemela no nos pide que tengamos a fuerza una relación romántica con ella. La satisfacción que se encuentra en la relación con el alma gemela va a otorgarnos satisfacción y plenitud sin tener necesariamente que ser una relación romántico-sexual, puede serlo, pero no es requisito esencial.
De igual manera creo que no hay una sola alma gemela para cada uno. Hay sólo una verdad parcial en la popular idea occidental, propagada por el filósofo Platón, de que cada uno de nosotros tiene una única mitad perfecta, que puede “completar’ nuestra propia alma incompleta. Si bien otros parecen completar nuestra experiencia (compartiendo y expandiendo nuestro desarrollo, intimidad y gozo) es más probable que tengamos un grupo de almas, consistente en muchas almas gemelas o que la o las almas gemelas sean las más cercanas en nuestro grupo de almas. Puede ser un grupo pequeño e irse ensanchando a medida que reunimos experiencias profundas con más y más almas, a lo largo de muchas vidas, pero la sensación de haber conocido antes a alguien o de compartir con ella sentimientos e intuiciones intensos no se limita a una sola persona. Podemos tener más de un alma gemela al mismo tiempo. Nuestra pareja en el amor puede completar nuestra alma en cierto sentido, pero también pueden hacerlo, en otros sentidos, el mejor amigo, el padre, la madre o un hijo.
A medida que crecemos por la interacción con nuestras almas gemelas, ascendemos por la escala de las vidas. Trascendemos viejos patrones, llegamos a experimentar plenamente el amor y el gozo y perdemos hasta el último vestigio de miedo y enojo. Con el correr del tiempo, llegamos al punto en que podemos elegir, voluntariamente, entre renacer para ayudar a otros directamente o permanecer en la forma espiritual, para ayudarlos desde otro plano. Entonces ya no es necesaria la reencarnación para el crecimiento emocional.
“Solo se puede ver bien con el corazón… Lo esencial es invisible a los ojos…”.
A. de Saint Exupéry
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