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Foto del escritorHarumi Puertos

El poder del fuego interno

Nuestra vida cotidiana está hecha de rituales. A través de las velas podemos crear rituales que impriman un determinado grupo de cualidades energéticas en ellas, que nos ayuden al logro de nuestros objetivos.


El fuego TRANSMUTA, estalla y se enciende, consume y disuelve toda imperfección humana; pasada, presente y futura.



Cuando realizamos un ritual, estamos creando un flujo de energía que se mueve siempre en el mismo sentido, por lo tanto, cada vez que lo hacemos, la sintonización con nuestro propósito es inmediata, nuestra mente, nuestros sentidos y en si, todo nuestro ser, está concentrado al 100% en el propósito que estamos trabajando y esto crea una movilización energética disparadora, que habitualmente no encontramos en nuestras acciones cotidianas.


Ya sea para hacer una vela o para trabajar con una vela a nivel energético, esotérico o terapéutico, los resultados dependerán de nuestro ritual. No es lo mismo encender una vela, darnos la vuelta y dejarla quemar sola (aún estando preparada con elementos mágicos) que encender nuestra vela, centrarnos en nuestro propósito, visualizar, sentir, decir alguna oración o realizar alguna meditación y quemar inciensos mientras lo hacemos, en este último caso, nuestra energía está comprometida en su totalidad al propósito o tema que estamos trabajando, de alguna forma, estamos trabajando EN UNIDAD, con responsabilidad y compromiso y esto es tremendamente movilizador para el trabajo con velas y cualquier trabajo energético.


Las velas en si no tienen ningún tipo de fuerza y poder por si solas, sin nuestra intervención consciente, son un objeto inanimado sin poder.


Cuando encendemos una vela, se establece una correspondencia entre su luz y la luz interior de quien la prende, por lo tanto, el ritual será una manifestación de lo que llevamos dentro.


La vela es una extensión de nosotros mismos y proyecta nuestra luz. Al encender el Fuego Sagrado, encendemos el fuego en nuestros pensamientos y deseos más profundos, encendemos nuestra zona de Divinidad. El fuego simboliza entonces, nuestro FUEGO INTERNO.


El fuego entonces, transmuta nuestra negatividad interior para poder entonces proyectar nuestra Luz al exterior, va quemando y transmutando por capas, en la medida en que se va transmutando lo negativo, la persona se va Iluminando internamente y esta Iluminación se convierte en su fuerza interior para transformar su realidad.

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